Caminar meditando
Imagínate que estés andando en una playa dejando tus huellas en la arena. Notas el calor de sol sobre tu piel.. notas el olor del aire salino y la caricia del viento.. Siempre que sea posible, hágalo con los pies descalzos.
Antes de nada, situarse con firmeza en el suelo, para conectar con la tierra: de pie, con los pies separados, aproximadamente el ancho de las caderas y paralelos entre sí, y los brazos relajados a los lados del cuerpo. Cierre los ojos y junte los labios con suavidad. Mandíbula relajada. Enraice los pies en el suelo y reparta el peso del cuerpo entre ellos de manera uniforme, visualidad el contacto con la tierra. Levante los dedos de los pies y estirelos. Mantenga está posición durante uno o dos minutos mientras respira hondo por la nariz.
Recordar los principios básicos de la marxa nórdica. Postura recta, abrir pecho, tener consciencia del giro de cintura cuando adelantas una pierna, mirada frente, pierna y brazo opuesto al andar..
Empezamos la respiración meditativa caminando.
Comience a caminar con pasos cortos y lentos. Adelante primero el pie derecho unos 15 cm y luego haga una pausa para estabilizar la postura antes de adelantar el izquierdo la misma distancia y volver a conectar con la tierra. Siga caminando de esta manera, consciente de cada movimiento.
Adecue el paso a la respiración: inspire al levantar el pie y espire al volver a ponerlo en el suelo. Fíjese que en seguida logrará que el ritmo le resulte natural.
Mientras camina, mantenga el peso del cuerpo centrado y en equilibrio, que no se vaya hacia los lados ni hacia atrás. Cada vez que su pie toque el suelo, sienta como se conecta con la tierra.
Observe como el cuerpo entero va tomando parte en la acción. Fíjese en el movimiento de la rodilla: se flexiona, se eleva y se estira. Sienta también el movimiento de los tobillos, las caderas, la columna y los hombros. Cuando advierta que su atención se desvía, vuelva a concentrarse en la respiración.
Luego, relájese..